viernes, 23 de enero de 2015

El rapto


Mis ojos se pierden entre la maleza que, suave pero furtiva, con delicadeza pero con rabia, clava sus espinas en mi piel que grita muda. Se eriza y tiembla ante la llegada de lo jamás contado.

Creo ver la luz, la salida, la esperanza, pero no es más que otro tunel al aire libre que conduce al nuevo negro.

Tropiezo y caigo sobre una cama de hojas, debajo de estas un cepo. Cuando consigo dislumbrar el ser, de nuevo ciego. Cuando toco la hierba no son más que hojas secas. Me zafo del castigo y el camino sigue silencioso.

Estas punzadas que me acompañan en la búsqueda de la nueva luz se convierten en aliadas, no más extraños.

De repente no más oscuridad, todo se convierte en un extenso llano. El sol brilla, el cielo despejado, mi alma vacía. Mi mirada vacila en busca de la nada que intenta distinguir, una jaula. Echo de menos la oscuridad, deseo las espinas en mi piel, el cepo, lo seco, la soledad.

No, digo en voz alta. No, vuelvo a repetir. No, digo sin esperanza. No, continúo, hasta que mi alma repite al unísono de mi voz, no.


Hace meses que no escribo en el blog y creo que ha sido un gran error. Sin embargo, llevaba buscando una respuesta mucho tiempo y a pesar de que aún no sea clara creo haberla encontrado o, al menos, me he acercado a ella. Tal vez esa respuesta sea un error, tal vez ni siquiera se acerque a la realidad, pero es mía, la que a día de hoy sigo buscando por todos los rincones para dar sentido a mi vida.
Y recuerda, no siempre el sí es la respuesta.

martes, 16 de septiembre de 2014

Inquietudes de un símbolo mudo



Asustado e inquieto miro las tinieblas de la nada hasta que la luz me sumerge en el caos. Ojos como lanzas, lanzas con ojos que se clavan en mi ser derrumbándome en el rincón más recóndito que todos parecen conocer.

Huelo el miedo mientras mi instinto me guía hacia la perdición, intento huir de lo crudo para adentrarme en mi mundo de Nunca Jamás, pero parece que la entrada desapareció en el lugar que pereció mi libertad, mi vida.

Siento cómo me convierto en el antagonista de un cuento que me han obligado a representar, mientras el sanguinario héroe celebra la muerte del que sostiene su vida.

Héroe... desconozco que tanto poder tiene el señor Ego pero noto como crece en tu interior. No sé quién eres, pero los demás te ven cómo el amo y señor del mundo. Ya no sé si quiera quién soy yo, el aclamado o abucheado, adorado o sentenciado.

Mientras corro de lo inevitable veo que el sentido de la vida ha llegado a su fin, que he pasado a ser un bufón que a todos divierte, un ser despiadado que hace daño a todo aquél que pasa por su lado. Siento ser egoista pero no creo que esta sea mi finalidad, mi aspiración en la vida.

Doy mi último suspiro mientras la baba juguetea con la sangre en mi boca, a la par que celebras lo que algún día será tu muerte. Te perdono con mi última mirada llena de compasión, rabia, dolor... resignación.


Tal vez ese símbolo manchado de sangre que conocemos no pueda hablar, pero si lo hiciera os aseguro que sus palabras no serían poesía. ¿Pensará esto? Probablemente no. ¿Se aleja de la realidad? Cada uno vive una realidad diferente, pero la tortura no es una realidad, es una pesadilla.

jueves, 28 de agosto de 2014

Despedida hacia un nuevo hola

¿Qué satisfacción recorre tu cuerpo al saber que este mundo lo rige la incoherencia?

Orgullosa de su dictatorial reinado alza la cabeza majestuosa, contemplando el negro rastro que deja su influencia sobre los que la alaban, inconscientes y con un sueño difuso, un pensamiento disfrazado del nuevo mesías mientras que su verdadera cara es la del Judas de la vida.

Engrandecemos nuestro pensamiento a base de hundir todo bien preciado que cada uno ha defendido en este fuerte que usualmente llaman mente.

Antes era Robin Hood y ahora, dependiente y débil, se convierte en una Rapunzel que suplica por salir de su propia libertad para adentrarse en el pensamiento común, dejando a un lado la valentía de defender lo inseguro para vivir sin preocupaciones en el camino fácil, en el no pensar.

¡Oh, incoherencia! Un súbdito tuyo se despide para vivir en las tinieblas pero, al fin y al cabo, vivir.